Anoche me acosté con la intención de dormir,
pero nada mas hacerlo me puse a pensar en ti.
Tu mirada en mi recuerdo comenzó pronto a sangrar,
como una herida cerrada a la que vuelven a apuñalar.
Una y mil veces dije que te tenía que olvidar,
y un millón más me maldije por volverte a recordar.
Y ya cuando salía el sol y entraba por mi ventana,
el sueño al fin me vencía,
mientras mis ojos lloraban lágrimas ensangrentadas...
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